lunes, 17 de marzo de 2014

PREMIO NACIONAL NARRATIVA 2013 (cuento)

                                JUAN Y MARCOS



     Cuando nacimos causamos una extrañeza generalizada. Los médicos nos sometieron a toda clase de estudios. Era un hecho, teníamos dos cabezas en un mismo cuerpo. Nuestros padres no sabían como tratarnos.
   Cada cabeza podía manejar todo el cuerpo. Sentíamos lo mismo, pero nuestros pensamientos y gustos resultaron independientes, por lo que nos llamaron Juan y Marcos. Compartíamos la misma columna, médula y órganos vitales. Cada cabeza tenía su propia circulación y poseíamos dos caras diferentes, aunque muy similares. La gente decía que los ojos de Marcos eran más verdes que los míos.
 Si bien cada cabeza podía manejar ambos pares de miembros, llegamos al acuerdo de distribuirnos el dominio de los mismos al lado correspondiente de cada uno.
Nuestra infancia fue divertida; llegamos a querernos mucho. Nos regalábamos sonrisas y largas conversaciones, ya que pensábamos y nos gustaban distintas cosas. Éramos hijos únicos  y nuestros padres nos prodigaron amor por igual. 
En la escuela nos inscribieron como un solo alumno, ocupábamos el mismo banco. Nuestros compañeros al comienzo nos miraban con asombro, hasta que se acostumbraron a nuestra condición. Y como dos cabezas piensan mejor que una, llegamos a ser los mejores alumnos.

     Cuando uno tenía sueño, el otro respetaba su descanso sin hacer ruido. En general, lográbamos ponernos de acuerdo para sobrellevar la mejor existencia posible. Éramos más que hermanos: éramos siameses y amigos.  
Teníamos distintos gustos en la ropa. Así, llegamos al acuerdo de elegirla un día cada uno. También jugábamos muy bien al fútbol. Marcos era muy bueno cabeceando la pelota. ¡Y solíamos hacer goles!
    Si uno hacía el amor con una chica, el otro hacía que dormía. Los problemas llegaron cuando a los dos nos gustó la misma mujer. La primera vez que hicimos el amor, gozamos y a ella pareció no importarle esto de las dos cabezas. Los dos la besábamos y disfrutamos profundamente.
Yo comencé a sentirme molesto con mi siamés. Me parecía que cuando Elizabet nos miraba a los ojos, lo miraba más a Marcos que a mí.
   Como cada uno tenía sus propios pensamientos, que a su vez eran desconocidos para el otro, comencé a imaginar de qué forma podría deshacerme de Marcos. Lo que al principio fue un pensamiento loco, una fantasía, terminó siendo un deseo real. Quería a Elizabet sólo para mí. Moría de celos cuando ella lo miraba a los ojos.
   ¿Cómo podría deshacerme de Marcos, sin morir? Comencé a leer anatomía para saber bien qué teníamos en común y qué no. Comprendí que si seccionaba su cuello y hacía un torniquete con una bufanda, podría evitar la hemorragia hasta llegar a un hospital, en el cual suturaran las arterias. ¿Sentiría dolor? Seguramente. Pero no me importó.
Un día, de camino a casa de Elizabet, vi en una vidriera una vistosa bufanda.
_ ¿Qué te parece si la compramos? _le dije a Marcos.
_ Es demasiado colorida. Pero si te gusta, la compramos y usamos juntos, es bastante larga.
_ Como para dos cuellos_ respondí.
     A la mañana siguiente, mientras Marcos dormía, me hice de una daga. La coloqué en un bolsillo, de mi lado.
Elizabet se veía cada día más hermosa. Gozábamos los tres hasta quedarnos dormidos.

Era sábado, teníamos una fiesta. Y luego, nos iríamos al departamento de ella.
“El lunes tengo que hacerlo” pensaba “La quiero para mí solo, que solo me mire a mí”.

  _ Hace frío, vamos con la bufanda larga de colores _dijo Marcos.        
Al terminar la fiesta, nos fuimos a lo de Elizabet. Estábamos distraídos, recostados en un sillón. Mientras tanto Elizabet se fue a la cocina a preparar café.
Me pareció que se acercaba por detrás, trayendo la bandeja con las tazas. Pero no escuché el ruido de las mismas.
Me sentí rodar por el suelo. Lo último que vi fue a Elizabet con un hacha en las manos.
_ ¡Ya  no soportaba que nos mires!  _ gritó.
   Y el cuarto se oscureció.



                                                               ALICIA B. MUSTAFA

viernes, 7 de marzo de 2014

PARA VOS (poesia)

  PARA VOS



¿Qué puedo ofrecerte?
Extenderé mis manos
si las abres
hallarás en una, el misterio del viento
en la otra, el canto de las estrellas.

Si es poco para vos
te daré de mis ojos
las noches de mejores lunas
de mi boca, el fuego de mil volcanes
y el agua de los mas profundos manantiales.

Si aun es poco para vos
abriré el corazón
para que veas
las luces con que Dios grabó tu nombre.



                                                 ALICIA B. MUSTAFA