viernes, 12 de diciembre de 2014

                                       EL DIA DESPUES DE LA MUERTE



          En tantísimos años de medicina, nunca volví a vivir algo tan triste. Por sus veintidós años de edad, por sus hijos pequeños, por su desesperación, por el futuro irremediable. Ella sabia su diagnostico: cáncer óseo diseminado y terminal.
_ ¡No quiero morir!_ repetía angustiada entre lagrimas y terribles dolores.
No había una respuesta que ofrecerle. Algunos familiares, sobre pasados por la situación, hablaban de la eutanasia. Otros la rechazaban de lleno.
La llevé en el corazón, todo el día. Me quedé dormida, pensando en ella.
Tuve un sueño revelador, distinto a otros sueños. Pasé por el sufrimiento extremo, pasé el umbral de la muerte. Lejos de la oscuridad, hallé la paz. Una paz única de beatitud. El ser en expansión total y plena. Sin la existencia del dolor, ni del cuerpo, solo conciencia (o alma). Sin la necesidad de búsquedas, ni incertidumbres. La unidad del Todo, estaba allí. La plenitud de ser expresión de estrellas en infinita paz y sensación de bienestar. Indescifrable, como estar enamorado del amor y ser amor. La expansión de la existencia en millones de fragmentos y en uno solo.
Cuando desperté, sentí la necesidad de decírselo. Era domingo, no era día de ir al hospital. Pero me puse la chaqueta blanca y fui.
Allí estaba, rodeada de sus familiares. Cuando les pedí que se retiraran, me miraron con desconfianza. Un hermano se quedó.
_ ¿Qué le va a hacer? _preguntó.
_ Nada. Quédese._ le respondí.
Me acerqué a ella, estaba semi inconsciente; le murmuré al oído: La muerte es un estado hermoso. Acaricié su mano y salí de la habitación.
No terminé de recorrer el final del pasillo, cuando el llanto de los familiares, indicó su muerte.
Me había estado esperando . Se fue en paz.


                                                                                             ALICIA B. MUSTAFA      
Publicados en la Antología de la Sociedad de Escritores de la Pcia de Buenos Aires 2013.


                                                             EL REALITY


        Es su programa de televisión favorito. Como todas las noches a las diez , en su casa desde el sofá y a través de la pantalla, Sonia vive las emociones de vidas ajenas.
Esto hace que olvide, por un rato, su profunda y monótona soledad.
 Allí están Jorge Antonio y María Mercedes en la escena romántica a punto de besarse, en el cuarto del empapelado azul. En ese instante Jorge Antonio gira el rostro en primer plano, fija en Sonia su mirada varonil y seductora, tan real como su propio aliento. Toma entre sus manos el rostro de Sonia y la besa apasionadamente, mientras acaricia su espalda, sus pechos… Sonia siente la presión de su cuerpo contra el suyo; ¡y ese perfume tan masculino!  Sus jadeos se entremezclan como sus piernas y él la hace suya salvajemente. Ya agotada de cansancio, luego de varias horas de pasión desenfrenada, Sonia se duerme.
    Al día siguiente, al despertar, se levanta desnuda y camina hacia la ducha. El agua tibia acaricia su cuerpo, despejando la espuma del jabón, mientras recuerda los momentos de la noche anterior. Aun siente el perfume de Jorge Antonio en sus cabellos húmedos.
   Son las diez de la noche. Y Sonia está frente al  televisor esperando la cita con su galán favorito. Otra vez, él vuelve a mirarla y atraviesa la pantalla. Sonia siente palpitar su corazón con frenesí, sabe que va a amarla como las noches anteriores. Después Jorge Antonio volverá a la pantalla; pero no le importa.
Clarea la mañana y al despertarse alguien golpea la puerta de su cuarto.
 _ ¡Sonia! Te estamos esperando…
_ Cuando ella traspasa la puerta,  las luces del estudio la encandilan. Allí está Jorge Antonio, esta vez esperándola en la habitación del empapelado azul, para tomarla entre sus brazos.
   Al terminar la escena, todos se retiran. Menos Sonia, que queda atrapada en la pantalla de la tele, mientras mira el sofá vacio de su casa.


                                                                                                           ALICIA B. MUSTAFA